Si bien muchos terapeutas optan por escribir gran cantidad de información de sus consultantes, muchas veces esta actitud, por un lado, puede ser interpretada por el consultante como intimidante, es decir, el consultante en vez de concentrarse en lo que expresa, muchas veces se encuentra pensando “¿qué estará escribiendo de mí?”, y por otro lado, puede sentir que no se le presta atención porque el terapeuta se encuentra más centrado en escribir que en conectar emocionalmente con él.
Es por eso que recomiendo que entre consultante y consultante te dejes unos minutos para escribir lo que no llegaste en la consulta. Lo que sí es necesario (que sirve a su vez para ir “rompiendo el hielo” entre terapeuta y consultante), al inicio de la primera consulta, escribir ciertos datos relevantes, como:
- Nombre y Apellido:
- Documento Nro.:
- Edad:
- Teléfono de contacto:
- Dirección postal:
- ¿Con quién/quiénes convive?:
- ¿A qué se decica? ¿Trabaja, estudia?
- ¿Tiene hijos?:
- ¿Cuál es su motivo de consulta principal?:
- ¿Por qué decidió hacer terapia, por qué con nosotros y qué quiere lograr (sus objetivos con la terapia)?:
Es interesante hacer que el consultante firme esa ficha, como una forma simbólica de compromiso con el logro de sus objetivos. Aquí ya se puede comenzar a plantear la importancia de su particiàción activa en su proceso de recuperación.
Con esta información ya tendremos más que suficiente para comenzar a centrar nuestra atención en nuestro consultante y así conectar emocionalmente con él; en este sentido debemos recordar siempre situarnos el “justo medio”: ni invasivos ni distantes, sino empáticos…